Descubrí a Claudia Piñeiro hace dos o tres veranos con “Una suerte pequeña”, una historia que me gustó mucho, narrada con un estilo propio y diferente, pero con el que yo conseguí conectar. Ha sido “Elena sabe”, una novela publicada inicialmente en el 2006, galardonada con el Premio LiBeraturpreis 2010 y recientemente publicada por Alfaguara tras la concesión del Premio Pepe Carvalho de Novela Negra 2019, la novela que he elegido para volver a reencontrarnos.
Editorial:: ALFAGUARA
Precio: 17.90 €
ISBN: 9788420431970
Claudia Piñeiro nació en el Gran Buenos Aires en 1960. Es escritora, dramaturga, guionista de TV y colaboradora de distintos medios gráficos. Ha obtenido diversos premios nacionales e internacionales por su obra literaria, teatral y periodística. Es autora de las novelas Las viudas de los jueves, Tuya, Elena sabe, Las grietas de Jara, Betibú, Un comunista en calzoncillos, Una suerte pequeña y Las maldiciones. Ha publicado también cuentos para niños, obras de teatro y el libro de relatos Quién no.
Sinopsis:
Poco después de que Rita aparezca muerta en la iglesia que suele frecuentar, la investigación se da por cerrada y su madre es la única que no renuncia a esclarecer el crimen. Pero asediada por la enfermedad, ella es también la menos indicada para encabezar la búsqueda del asesino.
Un penoso viaje de los suburbios a la Capital y una conversación reveladora guían la trama de esta novela íntima y crítica donde el cuerpo femenino es el verdadero protagonista.
Elena sabe desnuda a la vez los secretos de sus personajes y las facetas ocultas del autoritarismo y la hipocresía que pueden determinar el curso de una vida. Un relato que rompe el silencio y se pronuncia en voz alta sobre la libertad de elegir. Fue galardonada con el Premio LiBeraturpreis 2010 a la mejor novela escrita por una mujer.
Mis Impresiones:
“Se trata de levantar el pie derecho, apenas unos centímetros del suelo, moverlo en el aire hacia adelante, tanto como para que sobrepase al pie izquierdo, y a esa distancia, la que sea, mucha o poca, hacerlo bajar. Apenas de eso se trata, piensa Elena. Pero ella piensa, y aunque su cerebro ordena el movimiento, el pie derecho no se mueve. No se eleva. No avanza en el aire. No vuelve a bajar. Entonces Elena se sienta y espera. En la cocina de su casa. Tiene que tomar el tren que sale para la capital a las 10 de la mañana; el siguiente, el de las 11, ya no le sirve porque la pastilla la tomó a las nueve, entonces piensa, y sabe, que tiene que tomar el de las diez, poco después de que la medicación logre que su cuerpo cumpla con la orden de su cerebro”
Así es la vida de Elena, una mujer con Parkinson, que mide la vida en tiempos de pastillas de Levodopa (Dopamina), Elena sabe todo lo que su cuerpo tiene que hacer pero “ella”, esa enfermedad, no se lo permite. Elena está sola desde que su hija Rita murió en extrañas circunstancias, una muerte que tras ser investigada se ha dado por cerrada, pero Elena sabe, que Rita no se suicidó, que nunca hubiera subido a ese campanario de la iglesia a la que iba, no una noche como aquélla… por eso, decide hace acopio de todas sus fuerzas y viajar a la capital para hablar con la única persona que puede ayudarle, porque cree que se lo debe, a Rita, a la persona que le ha cuidado estos últimos años durante esta penosa enfermedad. Un viaje de un solo día que es toda una odisea para una mujer como ella pero que ha preparado minuciosamente en su mente para poder realizarlo.
Una novela que reconozco me ha dejado mejor sensación una vez finalizada la lectura que las que me trasmitía durante la misma, quizás porque esperaba otra cosa, o porque me resultaba realmente dura la situación de la protagonista, o porque esa crudeza con la que relata cualquiera de sus actos llegó a parecerme repetitiva o incluso asfixiante, esa sucesión de calles y trayectos repetidos continuamente en su mente, de los pasos que realizar, combinada con sucesos que reconstruyen lo vivido hasta llegar a esa única alternativa o su vida con Rita…. Y es que, al igual que Elena tiene que esperar a que esa droga haga efecto en su cuerpo, el lector tendrá que llegar al final para entender las intenciones de la autora, porque no estamos ante una novela de intriga, a pesar de su planteamiento, “Elena sabe”, es una novela que refleja una realidad cruda y desgarradora, los estragos de una enfermedad que comprenderemos traspasando la piel de Elena, pero también la de sus cuidadores, porque a través de los recuerdos que emergen durante la narración entenderemos la dependencia a Rita, y los cuidados continuos absorbentes y agotadores de la misma. Veremos esa enfermedad desde todos los ángulos, enfermo, cuidador e incluso espectador ajeno a la misma, cuando el lector puede verse reflejado en esa niña o en su madre que miran a esa anciana torpe que babea incapaz de levantar el cuello…
La historia de Elena se articula sobre ese viaje complicado y a la vez esperanzador para Elena, y será un narrador omnisciente quién nos permita sentirnos en su piel y en su mente, a través de un estilo que rezuma sencillez a pesar de la confusión que parece generar esa mezcla de narración y diálogos en combinación de estilo directo e indirecto, pero sin comillas, ni guiones, ni puntos o mayúsculas para separarlos, sin espacios que den respiro al lector, que se fusionan e integran en la narración y con los pensamientos de la protagonista. Una narración peculiar y característica de la autora a la que cuesta un poco acostumbrarse y que aún siendo arriesgada, según avanzaba me producía una dolorosa intimidad y una conexión más profunda con la historia de Elena. Una conexión que permite llegar al final de ese viaje cansado, al igual que Elena, necesitando una verdad y una ayuda para enfrentarnos a la desaparición de Rita… un final del trayecto que sorprende y nos hace entender el mensaje y la finalidad de la novela de una forma desgarradora y cruel, pero a su vez, reveladora.
En definitiva, "Elena Sabe", no es una novela de intriga a pesar de su planteamiento o lo que podamos deducir de la sinopsis. Con su estilo inconfundible, Claudio Piñeiro nos muestra y nos enfrenta a una enfermedad como el Parkinson, a la cruda realidad de las personas que la sufren y la de sus cuidadores a través de un relato que si bien durante la lectura llega a parecer monótono o repetitivo, me ha dejado un buen poso una vez terminada. Una novela corta que versa sobre las certezas, las creencias o el derecho a la vida y que os recomiendo leer si sois seguidoras de la autora o ya habéis leído antes algo de ella.
Así es la vida de Elena, una mujer con Parkinson, que mide la vida en tiempos de pastillas de Levodopa (Dopamina), Elena sabe todo lo que su cuerpo tiene que hacer pero “ella”, esa enfermedad, no se lo permite. Elena está sola desde que su hija Rita murió en extrañas circunstancias, una muerte que tras ser investigada se ha dado por cerrada, pero Elena sabe, que Rita no se suicidó, que nunca hubiera subido a ese campanario de la iglesia a la que iba, no una noche como aquélla… por eso, decide hace acopio de todas sus fuerzas y viajar a la capital para hablar con la única persona que puede ayudarle, porque cree que se lo debe, a Rita, a la persona que le ha cuidado estos últimos años durante esta penosa enfermedad. Un viaje de un solo día que es toda una odisea para una mujer como ella pero que ha preparado minuciosamente en su mente para poder realizarlo.
Una novela que reconozco me ha dejado mejor sensación una vez finalizada la lectura que las que me trasmitía durante la misma, quizás porque esperaba otra cosa, o porque me resultaba realmente dura la situación de la protagonista, o porque esa crudeza con la que relata cualquiera de sus actos llegó a parecerme repetitiva o incluso asfixiante, esa sucesión de calles y trayectos repetidos continuamente en su mente, de los pasos que realizar, combinada con sucesos que reconstruyen lo vivido hasta llegar a esa única alternativa o su vida con Rita…. Y es que, al igual que Elena tiene que esperar a que esa droga haga efecto en su cuerpo, el lector tendrá que llegar al final para entender las intenciones de la autora, porque no estamos ante una novela de intriga, a pesar de su planteamiento, “Elena sabe”, es una novela que refleja una realidad cruda y desgarradora, los estragos de una enfermedad que comprenderemos traspasando la piel de Elena, pero también la de sus cuidadores, porque a través de los recuerdos que emergen durante la narración entenderemos la dependencia a Rita, y los cuidados continuos absorbentes y agotadores de la misma. Veremos esa enfermedad desde todos los ángulos, enfermo, cuidador e incluso espectador ajeno a la misma, cuando el lector puede verse reflejado en esa niña o en su madre que miran a esa anciana torpe que babea incapaz de levantar el cuello…
La historia de Elena se articula sobre ese viaje complicado y a la vez esperanzador para Elena, y será un narrador omnisciente quién nos permita sentirnos en su piel y en su mente, a través de un estilo que rezuma sencillez a pesar de la confusión que parece generar esa mezcla de narración y diálogos en combinación de estilo directo e indirecto, pero sin comillas, ni guiones, ni puntos o mayúsculas para separarlos, sin espacios que den respiro al lector, que se fusionan e integran en la narración y con los pensamientos de la protagonista. Una narración peculiar y característica de la autora a la que cuesta un poco acostumbrarse y que aún siendo arriesgada, según avanzaba me producía una dolorosa intimidad y una conexión más profunda con la historia de Elena. Una conexión que permite llegar al final de ese viaje cansado, al igual que Elena, necesitando una verdad y una ayuda para enfrentarnos a la desaparición de Rita… un final del trayecto que sorprende y nos hace entender el mensaje y la finalidad de la novela de una forma desgarradora y cruel, pero a su vez, reveladora.
En definitiva, "Elena Sabe", no es una novela de intriga a pesar de su planteamiento o lo que podamos deducir de la sinopsis. Con su estilo inconfundible, Claudio Piñeiro nos muestra y nos enfrenta a una enfermedad como el Parkinson, a la cruda realidad de las personas que la sufren y la de sus cuidadores a través de un relato que si bien durante la lectura llega a parecer monótono o repetitivo, me ha dejado un buen poso una vez terminada. Una novela corta que versa sobre las certezas, las creencias o el derecho a la vida y que os recomiendo leer si sois seguidoras de la autora o ya habéis leído antes algo de ella.
Ya sabes que lo tengo esperando en la estantería, a ver que me parece a mí, creo que superar "Una suerte pequeña" es tarea difícil.
ResponderEliminarBesos
Hola guapa,
ResponderEliminarno he leído nada de la autora aunque tengo mucha curiosidad; de decidirme no creo que sea con este libro que hoy nos recomiendas, las enfermedades y yo no nos llevamos bien.
Un beso
me gusta la autora pero esta novela por el tema que trata me llama menos.
ResponderEliminarMe quedo con tus sensaciones finales, además el tema es de los míos. Y de paso me estreno con la autora ;)
ResponderEliminarBesitos
Tema duro el que toca. No me importaría leerlo, aunque tendría que elegir bien el momento.
ResponderEliminarBesotes!!!
Pues me gustaría leerlo, además no me he estrenado con la autora aún.
ResponderEliminarBesotes
Hola. He leído a esta escritora y me gusta, leería esta novela sin pensarlo.
ResponderEliminarBesos.
No he leído a la autora y para empezar me decantaría por Una suerte pequeña que, entre otras cosas, la tengo esperando turno (y ni me acordaba de ella...)
ResponderEliminarBesos.
Este libro no es para mi, lo dejo pasar.
ResponderEliminarSaludos
He leído varios libros de Claudia Piñeiro, este entre ellos. Me gusta mucho. Tengo varios más pendientes. A ver si los voy leyendo.
ResponderEliminarUn beso.
hola,
ResponderEliminarte sigo por goodreads y ahora tambien por aqui, ademas que me ha gustado tu blog.
Este libro no lo he leido, tampoco a la autora pero me lo llevo apuntado y a ver si mas adelante me animo
Gracias por la reseña
Mi blog es Mi biblioteca romantica
Besotessssssssssssssss
Estas historias me atrapan irremediablemente, logran removerme por dentro 😮
ResponderEliminarAnotada.
Buena reseña cielo 💋💋💋
No he leído nada de la autora, y, de momento, no está entre mis prioridades
ResponderEliminarBesos
Hola!
ResponderEliminarPues me ha picado la curiosidad, aunque por el momento no creo que lo lea. Tengo mucho acumulado.
Besitos :)
Yo todavía no la he "descubierto". Espero hacerlo en algún momento. Un beso.
ResponderEliminarMe quedo con tus impresiones pues me ha gustado lo que cuentas y creo que yo también podría disfrutarlo. Un besito
ResponderEliminarQué reseña más buena, Carol. La verdad es que tengo anotada la anterior por tu recomendación y esta me llama mucho. Esa repetición de la que hablas me frena un poco aunque luego te haya dejado buen sabor de boca. También tiene a su favor que no son demasiadas páginas así que voy a echarle una pensada, que sabes que tengo las neuronas atascadas.
ResponderEliminarBesos
No he leído nada de la autora y creo que comenzaría con "Una suerte pequeña", pero este no me importaría nada leerlo. Sí que es verdad que por la sinopsis parece que el derrotero de la historia es otro, pero aun así, y a pesar de que cueste un poco hacerse con la narración, me produce mucha curiosidad.
ResponderEliminar¡Besote!
No es para mí, la dejo pasar.
ResponderEliminarBesos
Me encanta Piñeiro. No sé si has leído Las viudas de los jueves. Es estupenda. Besos
ResponderEliminarLa trama es atractiva, aunque lo que nos cuentas en tu reseña no me anima a su lectura. Besos.
ResponderEliminarMe convertí en una lectora voraz de Claudia Piñeiro después de leer "Las viudas de los jueves". Estamos ante una narradora excepcional que impacta con un estilo muy particular. En "Elena sabe" asistimos a otra técnica narrativa pero o igualmente artística. Muy recomendable.
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